En la cultura Japonesa de todo se hace un arte.
Especialmente conocidos son los bonsái, plantas usadas como ornamento que sometidas a técnicas de cultivo impidiendo su crecimiento mediante corte de raíces y poda de ramas, pero este arte no solo se usa de manera individualizada sino que se hace compañero de otras expresiones artísticas como los paisajes en miniatura, el bonseki o paisaje creado sobre bandejas creando las distintas texturas i las distintas imágenes con arenas y piedras de diversos tamaños y colores.
Los japoneses practican un tipo único de jardinería paisajística, reproduciendo en sus jardines los paisajes naturales, pero no solo reproducen paisajes naturales o accidentes geográficos en su jardín, han miniaturizado y sintetizado la naturaleza para reproducirla en una bandeja de unos pocos centímetros.
Los arreglos florales chinos y japoneses se nos presentan con una belleza sencilla y armoniosa, aunque una vez que nos adentramos en este arte vemos que se basa en unos principios muy complejos. Cada flor es tratada como un amigo o un invitado importante.
La atención cuidado y esmero que se dedica a las plantas y los recipientes, así como a la colocación de las ramas, a la relación entre ramas y recipiente así como al espacio que los rodea, distingue a este arte del simple uso decorativo de las flores.
Por ejemplo las ramas del sauce llorón cantan una despedida; los lirios ofrecen una oración a Buda; y los retoños del cedro hablan con la sabiduría de los mayores.